Un vínculo es una ficción delicada

Primero una escena de intimidad perfecta. Café, charla, complicidad, risas, todo bien. Uno de esos momentos de pareja que parecen blindados, fuera del mundo. Pero basta una escena más, para que algo se corra y ya no haya vuelta atrás. Un vínculo es una ficción delicada.

A medio camino entre la comedia romántica y el retrato generacional, Las reglas del juego, de Matías Szulanski, condensa su potencia en pequeños gestos para narrar los vaivenes emocionales y la neurosis de un grupo de ¿treintañeros? en Buenos Aires. El resultado es una trama coral de enredos, celos, nostalgias y momentos incómodos que te deja con un par de preguntas y algún recuerdo desempolvado.

Juan y Laura son novios y están ok. O eso parece. La película —estrenada en el Bafici— los muestra en súper buenos términos, hasta que se encuentran en la calle con Marcos (ex amigo de Juan) que camina con Flor (su novia actual) y todo se desestabiliza. Después caen Ana, la ex de Juan y ¡ex de Marcos!, y Tomi, el ex de Laura. Y listo: lo que era una pareja sólida se convierte en un diagrama de gente emocionalmente disponible (para cualquiera menos para quien tienen a su lado).

El título Las reglas del juego funciona en varios niveles. Por un lado, es un guiño cinéfilo a la película de Renoir. Por otro, remite al juego afectivo que propone Szulanski: nadie parece tener las reglas claras, pero todos están jugando. Y además, hace referencia a las reglas que se impuso el propio rodaje: una película filmada en tres días, con un equipo técnico mínimo y una lógica interna que permitió improvisar, desviarse, probar. 

La cámara se mete en bares, departamentos con muebles de otra época, autos, bancos de  plazas, y se queda ahí, cerca, sin interferir. Como si nos dejara espiar algo que no estaba pensado para ser visto y así logra hablar del deseo, del miedo a no ser suficiente, de los vínculos frágiles que tambalean entre la necesidad y el amor genuino. Y lo hace sin solemnidad, desde lo cotidiano y con una mirada sensible.

El guión, escrito también por Szulanski junto a Juan Morgenfeld (que además interpreta a Juan)  está atravesado por una verborragia que el propio director asocia con su gusto por el cine de Eric Rohmer. No hay frases ingeniosas ni remates brillantes. Hay repeticiones, interrupciones, contradicciones. Silencios que no se llenan. Grace Ulloa, en el papel de Laura, hace todo eso con una naturalidad brutal: fuma, toma café, llora, teje una bufanda a lo largo de la película más como si tejiera sus enrosques que a lo Penélope. Graba un audio y lo borra. Lo vuelve a grabar. Y así mil veces. Es muy graciosa, intensa, agotadora, honesta. Todo al mismo tiempo.

La música aparece sin invadir. A veces dentro de la escena, a veces por fuera, pero siempre como parte del clima. Hay una escena en la que Flor le canta a Marcos una canción que escribió y él presta el mínimo de atención esperable y se pone a mirar el celular. Incómoda, precisa. No hace falta nada más.

Con poco más de una hora de duración, Las reglas del juego consigue algo raro: retratar ese momento exacto en el que los vínculos se empiezan a torcer, sin que nadie sepa muy bien por qué. No hay épica, no hay moralejas. Solo personas tratando de entenderse, fallando, y volviendo a intentar. La película no juzga (¡escuchamos y no juzgamos!), no explica, no acomoda nada. Observa. Y en esa decisión encuentra su fuerza.

Divertida, íntima, contemporánea y sin pretensiones, esta película confirma a Szulanski como una voz con estilo propio dentro del cine independiente argentino. Una obra pequeña en escala, pero muy precisa en lo que quiere contar. Y en cómo lo cuenta.

  • Maia Minovich

    Es gestora cultural con más de 15 años de experiencia en el sector independiente y público. Fue co-fundadora y Directora de Contenidos del Club Cultural Matienzo, y participó en la creación y producción de numerosos proyectos artísticos emergentes. Se desempeñó como asesora en el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Actualmente está al frente de MAM, una consultora en gestión y comunicación para industrias creativas, dirige el área de Comunicación del Centro Cultural 25 de Mayo, y es Directora Ejecutiva de AJLA.

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