A muchos directores de cine en algún momento les pega la nostalgia y sienten necesidad de plasmar su vida en la pantalla grande. Alfonso Cuarón con Roma, Pedro Almodóvar en Dolor y Gloria o Paolo Sorrentino con Fue la mano de Dios demostraron en este último tiempo que el resultado puede estar a la altura de sus mejores obras. Antes, claro, marcó el camino el gran Federico Fellini, que básicamente se dedicó a exagerar recuerdos por el bien del cine. En estos casos no es necesaria la agotadora discusión sobre si se debe o no separar a la obra del artista.
¿Se puede bailar Michael Jackson sin pensar en los niños de Neverland? ¿Debemos investigar a fondo el caso Woody Allen antes de reírnos con sus películas? Después de que la oleada feminista de este siglo sacara a la luz los monstruos del closet de artistas consagrados, el tema fue qué hacer con la culpa al disfrutar de sus obras. Lucrecia Martel tomó postura cuando le tocó ser jurado del Festival de Venecia, donde incluían una película de Roman Polanski: “Yo no separo al hombre de la obra. Lo interesante de las obras es que transparentan al hombre”. Tal vez algunas películas crezcan en complejidad al incluir la contradicción de haber sido creadas por personas falladas. Entonces, en vez de separar la obra del artista, ¿por qué no unirla?
Con esa idea nació este video que toma como punto de partida a Los Fabelman, la película más íntima de Spielberg, para recorrer su filmografía y compararla con su vida personal. Habrá que esperar a su muerte para que Steven sea consagrado como uno de los mejores directores de la historia, porque es aburrido aplaudir al exitoso, y él es demasiado mainstream. De hecho, es uno de los creadores del Blockbuster. Pero, aunque nunca pueda ser de culto, Spielberg es un artista brillante que supo canalizar sus problemitas en películas súper taquilleras. También marcó mi infancia –yo quería ser Indiana Jones y Jurassic Park me generó pesadillas recurrentes- y fue parte de mi vida, cuando con su Fundación Shoah filmó a mi abuela para dar testimonio sobre el Holocausto. Todavía atesoro esa entrevista. En esa época no había celulares y es el recuerdo más vívido que me queda de mi abuela.
El judaísmo atraviesa muchas de las películas de Spielberg, a veces de manera explícita –como en La lista de Schindler o Munich– y otras con mayor sutileza. “Mi judaísmo es parte de mi ADN”, admite él. Es algo central en Los Fabelman. Así que miren la película para conocer la historia literal y luego denle play al video, si quieren verla con metáforas.
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Fernando Milsztajn es periodista, escritor, guionista y director. Hace una década realiza series de comedia; entre ellas las premiadas Un año sin nosotros, Gorda y El sueño del pibe. También colaboró en División Palermo (Netflix). En 2023 publicó Persiguiendo a Yosef, su primera novela.
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