El martes pasado, Jordán Raber presentó su primer libro de poesía, “Alejandría Jerusalem” (Milena Caserola, 2025). Jugó de local: fue en Bet El, la célebre comunidad de Buenos Aires de la que es rabino y donde también dicta encuentros de literatura judía.
La filósofa Diana Sperling fue una de las invitadas a presentar el libro, y lo hizo a partir de su experiencia de lectura. “A medida que leía las pocas páginas del libro de Jordán Raber, resonaban en mi cabeza muchas músicas; miles de años de lectura y escritura”, compartió Diana Sperling. “Hay algo que suena y trae ecos de épocas que no conocimos, que apenas imaginamos. No estuvimos ahí pero nos tocan, nos suenan familiares, nos pertenecen… o es que nosotros pertenecemos a ese lugar y a esa época. Un verso de Borges intercalado con tres versículos de Torá, o uno donde el cementerio de la Tablada es un paisaje bíblico tan válido como Jerusalén y donde las piedras que se ponen sobre las tumbas habitan las páginas como astillas”.
El poder evocador de Raber nos hace viajar, entonces, de Babel a la Buenos Aires de principios de siglo, de la inquisición hasta ayer nomás. Emmanuel Taub, otro de los oradores en la sinagoga del barrio de Belgrano, describió ese itinerario de lo judío presente en Alejandría Jerusalem: “Una tradición en la mística judía explica que el alma asciende por siete palacios y siete cielos, y al llegar al último, antes de ver el trono divino, nos encontramos frente a un inmenso tapiz en donde vemos bordada la historia de la Creación divina. Podemos imaginar que a veces, la poesía de Jordán convierte esos itinerarios en pequeños tapices en el que la palabra se va bordando, a través del hilo del lenguaje, con imágenes, lugares, figuras, rostros y silencios del pasado que se resignifican en el ahora”.

¿De dónde llega esa escritura fragmentaria, esa técnica compositiva que Nietzsche creyó inventar y que los surrealistas convirtieron en juego? Y, ¿qué futuro configura?
Para Sperling, ya el Tanaj es “un tapiz hecho de los mitos, las leyendas, lo que se contaba de una generación a otra”. La filósofa recordó a los académicos que rastrearon, en poemas bíblicos como Asinu, la profecía de Balaam o las bendiciones de Yaacov a sus hijos, tradiciones del entorno “que fueron creciendo e integrándose al texto”. Como el libro de Jordán, “esos poemas bíblicos tienen un olor a tiempo”.
Entonces, claro, el libro se ancla en un ejercicio de la memoria (“a la que la sobrevuela la muerte: porque sin muerte no hay memoria”, dice Taub), pero también es una memoria del futuro, de las expectativas de futuro. El yo poético camina hoy por las calles de Buenos Aires, de Jerusalén o del cementerio de la Tablada, y sueña. Comentando el poema “Necrópolis I”, Taub sostiene que “Jordán convierte al cementerio de la Tablada, el sitial de la muerte donde enterramos a nuestros seres queridos, en el escenario de la llegada del tiempo mesiánico”.
Sepúltenme en esos senderos
serpenteantes
sucios, atestados, hacinados
entre el fango mugriento y los monumentos:
como el Once de mi infancia
es el mundo venidero
de la Tablada.
Jordán Raber es rabino y escritor. Es rabino en la comunidad Bet El. Sus columnas se publicaron en Infobae, Página/12 y Nueva Sion. Conduce el podcast Dónde está el rabino. Su primer libro, Alejandría Jerusalem, está disponible en librerías y a través de milenacaserola.com.
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