OYENDO MÚSICA
El que se hunde en la música se ovilla
de una lenta ceguera acogedora
está quieto en el centro de un remoto horizonte
apenas distinguible
que oscuro y misterioso
y soterradamente pulsa
Yace sin voz y sin memoria
clavado inmóvil por la música
en su palmo de tierra tibia y plana
—Tomás Segovia
Cuarenta años tuvieron que pasar para que la tienda de vinilos 99 Records cobrara vida en una casona de 1927, en la Colonia Condesa de la Ciudad de México.
99 Records no surgió de la nada. No es un capricho de las tendencias ni un proyecto pasajero; es la realización de una vida, una declaración de principios. Es, ante todo, una carta de amor abierta para quienes sucumben al arte de la escucha. Marcos Galante, su creador, fue un niño melómano desde temprana edad. Su oído distinguía conversaciones a larga distancia y sonidos ocultos en canciones, como el leve tintineo de cascabeles que nadie más parecía notar. Ya de grande cumplió su sueño: abrir una tienda de vinilos con una selección minuciosa y personal. Una curaduría de autor.
De adolescente, Marcos gastaba sus ahorros en discos y libros. Y tras tres décadas de coleccionar, un día sintió: «Ok, estoy listo para compartir y expandir mi colección». Pero, paradójicamente, sufre cuando un disco se va. Para él, cada pieza es una reliquia personal, un fragmento de historia que entrega con dificultad. Y, sin embargo, lo hace generoso, ofreciendo recomendaciones con el mismo entusiasmo con el que adquirió cada ejemplar.
Aquí no hay discos azarosos: cada ejemplar tiene una razón para ocupar un lugar. Se ofrecen piezas escasas, descontinuadas o de colección a precios justos. Los estantes no son simples repisas, sino estrados donde cada disco llama a su dueño y le pide que lo lleve consigo. Este proyecto ha requerido años de investigación sobre la historia de la música y sus géneros. Como una hemeroteca, 99 Records aspira a ser un archivo vivo de los hitos musicales que han marcado definitivamente a distintas culturas y generaciones.
¿Quién compra hoy en día vinilos?, le preguntaron a Marcos antes de que emprendiera esta visión. «Soy un romántico de la música, de su forma y su materia. Un purista del sonido y de las portadas, donde cada banda exhibe su identidad. La tecnología avanza, pero hasta ahora, nada ha podido suplir la experiencia de poseer un disco, de tocarlo, de verlo reflejar la personalidad de su dueño».

Sin voz y sin memoria
Shhh! es una sala de escucha profunda ubicada en el segundo piso de la tienda. Un espacio donde la voz y la memoria quedan fuera, y solo queda el sonido, puro y exquisito. El acto de escucha profunda es un acto de rendición, de receptividad de todo el cuerpo. La vocación del lugar es crear el contexto propicio para que esto ocurra. Inspirado en los Jazz Kissa japoneses, Shhh! invita a unas 30 personas por sesión diaria a abandonarse a los sentidos. Sus paredes de madera absorben el ruido externo; los sillones de terciopelo rojo, la luz tenue de velas sobre mesas de metal, la pared escarlata, las bocinas de madera que parecen esculturas y los amplificadores crean una atmósfera íntima e hipnótica. Además, Shhh!, ofrece una carta de coctelería de autor que complementa la experiencia sensorial, deleitando también el olfato y el gusto.
Cada sesión de escucha es cuidadosamente curada y, entre cambio y cambio de disco, se aprecia la pausa. «No le temo al silencio», dice Marcos, «hemos olvidado que las transiciones son importantes». Como mostró un monje budista a su aprendiz: «Para llenar tu taza de té, primero hay que vaciarla».
El oído de un artista a otros artistas
Desde niño, Marcos ha sido un espíritu inquieto, impulsado por el sonido y la belleza. Además de melómano, es fotógrafo paisajista, baterista y un promotor cultural que desafía los canales convencionales para dar refugio y visibilidad a artistas emergentes y consolidados. Su oído no discrimina: entiende de Mahler tanto como de Metal, de Cumbia tanto como de Reggaetón. Su selección musical es amplia, incluyente, ecléctica.
99 Records comparte vecindad con Freims, un espacio de cultura emergente. Como si fueran hermanos, ambos proyectos enmarcan la vocación de los socios —la de Marcos Galante, Carlos Metta (músico y diseñador de audio) y la mía— de honrar y dignificar la cultura en nuestro país, México.
Aquí, la música no es solo un objeto de consumo, sino un acto de resistencia, un recordatorio de que escuchar, de verdad escuchar, es arte en sí mismo.

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Sara Camhaji (Ciudad de México, 1986) es escritora, docente y mamá. Tiene una maestría en creación literaria, dos hijos y dos publicaciones liberadas; Maleza (Alboroto Ediciones, 2022) y No tomes fotos del paisaje, toma retratos y, si quieres, pon una vista de fondo (Elefanta Editorial, 2023). Fue becaria en el 2017 por Asylum Arts y ganadora de la residencia artística The Peleh Fund en Berkeley, California en 2023.
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